¿Quién me atiende?
Para aquellas personas que nunca han pisado un gimnasio, el apuntarse a uno de ellos puede causar cierta angustia o temor.
Esta angustia o temor, puede derivar tanto del desconocimiento ante lo novedoso, como ante las posibles influencias negativas que se hayan podido recibir del entorno más cercano.
Estas influencias pueden conformar la actitud de esa persona hacia nuestro centro, así como la expectativa con la que esa persona llegue a visitarnos.
Cuántas veces hemos visto como atendiendo a un cliente se está hablando a la vez por teléfono, o como mientras se atiende a un cliente se habla con otros compañeros.
En función del comportamiento o trato mostremos a esas personas, la balanza se inclinará hacia nosotros o hacia nuestra competencia.
Esto es algo muy común y, aunque todos somos conscientes que lo dicho es algo obvio, la realidad difiere bastante.
Los usuarios, cuando llegan a un centro, tienen dos umbrales o niveles de expectativas que debemos conocer si queremos poder captarlos como clientes.
Estos dos umbrales se corresponden con el umbral deseado (lo que les gustaría encontrar en nuestro centro) y con un umbral adecuado (lo mínimo que esperan recibir o encontrarse).
Se puede dar la paradoja que lo que se encuentren sea mejor de lo que esperaban, o por el contrario sea peor de lo que esperaban.
Ante tales hechos, si se da el primer caso, el usuario seguramente se apuntará a nuestro centro; si se da el segundo caso, el usuario no se apuntará.
Hasta aquí algo lógico y normal no habiendo dicho nada nuevo.
No obstante, uno de los factores a destacar, y que puede influir considerablemente, es el interés que mostremos hacia nuestro potencial cliente o cliente.
Cuando realizamos tareas con cierto componente rutinario, no nos damos cuenta, que lo que para nosotros es algo normal o “rutinario”, para nuestro cliente puede ser algo muy importante, maravilloso y único.
Esto es algo que debemos cuidar en nuestros centros puesto que sin darnos cuenta estamos diciendo a nuestros clientes que no nos interesan.
Los estudios sobre los consumidores nos dicen que la gran mayoría de clientes descontentos que abandonan un centro, no volverán a visitarlo y además contarán su mala experiencia a un mínimo de 8 a 10 personas que tampoco lo visitarán.
Una adecuada atención a aquellas personas que se acercan a nuestros centros, o que ya están en ellos, nos puede diferenciar respecto a nuestra competencia, pudiendo llegar a convertirse este hecho diferenciador en nuestra ventaja competitiva.